
En este punto volvemos a hablar sobre asertividad y comunicación, pero esta vez centrándonos en la pareja.
La comunicación es uno de los pilares básicos en los que se sostiene una buena relación de pareja, y uno de los primeros indicadores de malestar en la pareja suele tener que ver con la mala comunicación entre ambos.
Malentendidos, poca habilidad para entender o escuchar al otro, problemas para expresar nuestras opiniones o sentimientos, sentirnos juzgados o atacados por nuestra pareja, sentirnos incomprendidos, etc. Los problemas de comunicación pueden llevar a una desconexión total entre ambos, incluso aunque lo que quieran es estar cerca el uno del otro: malas habilidades de comunicación acaban por provocar lo contrario.
Muchas veces el error está en mantener una postura de enfrentamiento en lugar de una postura de equipo: cada uno se aferra a su argumento, queriendo «tener la razón», sin escuchar ni empatizar con el otro.
Otras veces puede pasar que se den cosas por supuestas y no se comuniquen nuestras necesidades, deseos, etc. Pretendemos que el otro adivine, «tendría que saber» cómo me siento o lo que necesito, simplemente porque «nos conocemos mucho». Pero este razonamiento como mínimo es erróneo: no podemos leer la mente. Hay que hablar y expresar claramente nuestras necesidades, sentimientos y lo que esperamos del otro.
Trabajar una buena comunicación asertiva y buena conexión en la pareja es fundamental.
A continuación analicemos algunos elementos al respecto:
Claves para la comunicación afectiva efectiva:
- Es más apropiado hacer una petición o una sugerencia, que una crítica o una orden. Los imperativos y las críticas directas resultan agresivas y generan una postura a la defensiva o de ataque. No es lo mismo «¡Pásame la sal!» que «¿me podrías pasar la sal?”. Ni «¡Déjame hablar!» que «Me gustaría terminar de explicarte esto sin interrupciones». El tono por supuesto también es importante.
- Es preferible hacer preguntas en lugar de acusaciones. Los reproches o acusaciones son ataques directos que sólo desencadenan defensa, y no llevarán a ningún lado. Es diferente, aunque signifique lo mismo, decir «¿me estás escuchando?» que «¡otra vez no me estás escuchando!»
- Es preferible hablar de hechos concretos, de lo que la persona «hace», evitando poner etiquetas de lo que «es». Las etiquetas no ayudan a que la persona cambie, más bien lo contrario, dificultan la postura de entendimiento, la flexibilidad y la predisposición al cambio. Además la otra persona puede sentirse juzgada y herida. No es lo mismo: «te has vuelto a olvidar de sacar la basura, eres un desastre”; que: «te has vuelto a olvidar de sacar la basura., últimamente te olvidas mucho de las cosas».
- Es preferible comunicar las quejas de manera asertiva, y no acumularlas, ya que producirían un estallido que conduciría a una hostilidad destructiva. Se trata de plantear las quejas o el malestar al momento y de manera asertiva, procurando no herir los sentimientos del otro y buscando soluciones, opciones de mejora.
- Es conveniente discutir los temas de uno en uno, no «aprovechar» que se está discutiendo sobre una cosa para sacar otros temas. El ir saltando de un tema a otro impide que podamos resolver los temas y llegar a conclusiones, aprovechar que estamos hablando de una cosa para reprochar otras no ayuda.
- Es preferible evitar las generalizaciones. Los términos «siempre y «nunca» raras veces son ciertos y tienden a formar etiquetas. Es diferente decir: «últimamente te veo algo ausente» que «siempre estás en las nubes».
- Pensar antes de hablar. A veces la impulsividad puede jugar en contra. Algunas cosas deben pensarse antes de decirse, sobre todo si las consecuencias no van a ser positivas. En medio de una discusión es mejor no tomar decisiones o decir palabras de las cuales nos podamos arrepentir luego, es mejor calmarnos y luego de el sobresalto decidir qué hacer.
- La comunicación verbal debe ir acorde con la no verbal. Decir » si ya sabes que te quiero» con cara de fastidio dejará a la otra persona peor que si no se hubiera dicho nada.
Es necesario traducir estos principios en conductas y actitudes concretas. Aquí entra en juego la asertividad y las habilidades de comunicación.
Es importante fomentar también una buena actitud en la comunicación de la pareja:
Cuidar el tono.
Hablar desde la empatía y el cariño.
Fomentar el enfrentarnos a los conflictos como un equipo: una pareja ha de sentirse siempre como un buen equipo, en el mismo lado, no como enemigos o contrincantes. En un equipo pueden surgir roces o conflictos pero se ha de negociar y resolver los problemas teniendo en cuenta que ambos están del mismo lado.